Obélix: Galo fortachón, habitante de la aldea que resiste todavía y siempre al
invasor romano.
Es
el único hijo de Gelatina y de Obelodálix, del cual heredó una cantera situada
en la aldea, en la que trabaja tallando y repartiendo menhires.
El
nombre de Obélix es una clara referencia a “obelisco” (en francés, “obélisque”)
ya que el personaje, por su corpulencia y el menhir que habitualmente
transporta, recuerda la forma de uno de esos monumentos pétreos.
Al igual que ha ocurrido
con otros personajes de la serie, el físico de Obélix ha ido evolucionando con
los años hasta el aspecto actual.
Obélix es el mejor amigo de Astérix, y juntos emprenden muchas aventuras
que les llevan a realizar numerosos viajes.
En
uno de estos viajes un perrito se unió a los amigos, y pronto se convirtió en
la mascota de Obélix, el cual le dio por nombre Idéafix (también se le llama Idéfix).
Astérix
y Obélix nacieron el mismo día, en el año 85 antes de Cristo (bajo el signo del castaño), y ambos crecieron
juntos en su querida aldea.
Un
día, mientras los mayores luchaban contra los romanos, ambos amiguitos se
introdujeron en la choza de Panorámix, el druida de la aldea, y llevado por su
apetito Obélix cayó accidentalmente en la marmita que contenía la poción mágica
que da fuerza sobrehumana.
A
partir de ese momento los efectos de la poción mágica se hicieron permanentes
en nuestro repartidor de menhires. Como de volver a catar esa poción los
efectos en Obélix podrían llegar a ser nefastos el druida no le permite tomarla,
cosa que a él le fastidia mucho.
En
cierta ocasión pese a las advertencias de Panorámix el bueno de Obélix termina
por volver a probar la poción, y los efectos que le causa son desastrosos:
primero se vuelve de piedra y tras los cuidados del druida retorna a su edad
infantil.
Es
el poder de la amistad el que hace que Obélix recupere su estado natural al ver
en peligro a su amigo Astérix.
De
carácter tímido y sensible, este glotón empedernido se divierte de lo lindo
cazando jabalíes (su plato favorito) en el bosque cercano a la aldea.
También
le encanta zurrar a los romanos cuyos cascos colecciona al igual que hiciese su
padre.
Tampoco
desprecia la bebida lo que a veces le hace perder un poco la cabeza.
Enamoradizo
donde los haya, le hemos visto en diferentes ocasiones caer rendido ante los
encantos femeninos.
En el álbum “El Aniversario de Astérix & Obélix. El Libro de Oro” Albert Uderzo nos ha mostrado un Obélix octogenario que continua viviendo en su indomable aldea de siempre.
En el
mismo álbum se publicó la aventura 'Obélisc'h', en la que conoceremos el árbol
genealógico de los descendientes de Obélix.
Contrapunto
de Astérix, el inocente e infantil Obélix es
el héroe que prefieren todos los lectores: los sondeos le sitúan a la cabeza de
los personajes favoritos de la aldea. Bueno, todos… menos los romanos, y es que
como diría Obélix: “están locos esos romanos”.